Tres jóvenes de Fundación asesinados: terror de grupos armados y ausencia de la ley obligan a sus familias a cargar los cuerpos

Tres jóvenes, entre ellos dos hermanastros, fueron asesinados en zona rural de Pivijay tras asistir a una fiesta en Monterrubio. Sus cuerpos, con impactos de bala y señales de tortura, fueron recogidos por familiares en motocicletas, en un hecho que revive el drama de la violencia en el norte del Magdalena

La violencia golpeó nuevamente al Magdalena. Tres jóvenes que salieron a una fiesta en el corregimiento de Monterrubio fueron encontrados asesinados en zonas rurales de Pivijay y Fundación. El hallazgo confirmó lo peor para sus familias, que habían denunciado la desaparición desde el fin de semana.

Dos hermanos, una misma tragedia

Juan Manuel Cantillo y Enrique Fontalvo, hermanos residentes en Fundación, fueron hallados con múltiples disparos en la vía Piñuela–Fundación. Los cuerpos presentaban además signos de tortura, lo que apunta a un crimen cometido con sevicia.

El hallazgo estremeció a la comunidad y dejó a su familia sumida en el dolor. La noticia se expandió rápidamente, generando indignación por la falta de presencia institucional en la zona.

El tercer joven asesinado

El tercer cuerpo correspondía a Andrés, amigo cercano de los hermanos. Fue encontrado horas después en el sector de Los Manguitos, también con impactos de bala. Su asesinato cerró el círculo de dolor que enluta a tres familias de Fundación.

El triple homicidio dejó a la comunidad conmocionada. Los pobladores no solo lamentaron las muertes, sino también la forma en que fueron ejecutados los crímenes, atribuidos a un grupo armado que ejerce control en la región.

Familias que cargan con sus muertos

Ante la ausencia de las autoridades judiciales, los familiares decidieron recoger los cuerpos por su propia cuenta. En motocicletas, los trasladaron hasta la morgue de Fundación, una escena que volvió a repetirse en el Magdalena como un reflejo del abandono estatal.

Las imágenes difundidas en redes sociales provocaron indignación y se convirtieron en símbolo del desamparo que enfrentan las comunidades. “Aquí toca encargarnos de nuestros muertos porque nadie más lo hace”, expresaron habitantes de la zona.

Autoridades cuestionadas

La Policía del Magdalena pidió a la ciudadanía que evite manipular los cuerpos sin la presencia de peritos judiciales, argumentando que estas prácticas contaminan las escenas del crimen y dificultan las investigaciones.

“Desde la Policía Nacional hacemos un llamado muy respetuoso a la ciudadanía para que, en los casos donde se presente la pérdida de una vida, se permita a las autoridades judiciales realizar las inspecciones técnicas a cadáveres y no se invadan ni se contaminen las escenas del delito”, señaló la institución.

No obstante, los habitantes insisten en que la espera es interminable. Denuncian que las autoridades no ingresan de manera oportuna a los territorios rurales por el temor que imponen los grupos armados.

Una región dominada por el miedo

Las primeras hipótesis apuntan a que el triple homicidio fue ejecutado por una estructura armada con presencia en el norte del departamento. El modo de operar, las torturas y los disparos de gracia coinciden con el accionar de organizaciones ilegales que disputan el control del territorio.

En Fundación y Pivijay, los habitantes sienten que viven bajo un poder paralelo. La violencia, sumada a la ausencia del Estado, mantiene a las comunidades atrapadas entre el miedo y la resignación.

El asesinato de los tres jóvenes dejó al descubierto la fragilidad institucional en el Magdalena. En medio del dolor, las familias claman por justicia, mientras la región sigue siendo escenario de crímenes que marcan la vida cotidiana de sus pobladores.

La situación refleja que la zona norte del Magdalena necesita con urgencia una estrategia contundente por parte del Gobierno Nacional para que la Policía Nacional y el Ejército, puedan frenar estos actos violentos y recuperar los territorios que hoy están bajo el control del Clan del Golfo y otras estructuras criminales.

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