Reclusos de la Cárcel Rodrigo de Bastidas aportan al cambio: Embellecen Santa Marta desde la reintegración

Con brochas, escobas y voluntad de cambio, internos de la cárcel Rodrigo de Bastidas contribuyen al embellecimiento de Santa Marta como parte de un programa que busca dignificar la resocialización y darles una nueva oportunidad.

Una ciudad que se transforma con manos distintas

Santa Marta se prepara para conmemorar 500 años de historia, y en ese contexto, un grupo de internos de la cárcel Rodrigo de Bastidas salió a las calles a participar en jornadas de recuperación urbana. Equipados con herramientas de trabajo y acompañados por personal del INPEC, los reclusos se unieron a una iniciativa que busca no solo mejorar la ciudad, sino también sus propias vidas.

Pintaron bordillos, limpiaron aceras y recolectaron residuos en el centro histórico de la ciudad. Las actividades, organizadas en alianza con la Alcaldía y el INPEC, hacen parte del programa “Buena Esa”, un plan de justicia restaurativa que permite que personas privadas de la libertad se vinculen activamente con la comunidad.

Justicia restaurativa en acción

Los participantes han sido seleccionados tras demostrar buena conducta y compromiso con los procesos de resocialización. La idea, según el director del centro penitenciario, Alex Roncallo, es “mostrar que sí hay posibilidad de transformación y que el cambio comienza con actos concretos”.

Durante la jornada, ciudadanos se detuvieron para observar, preguntar y en algunos casos, agradecer. Aunque no todos aprueban la presencia de los reclusos en espacios públicos, la mayoría coincidió en que estas acciones representan una oportunidad para reconstruir puentes con la sociedad.

Mónica Vergara, una interna próxima a cumplir su condena, expresó que la experiencia ha sido transformadora. “Aquí no solo estamos pintando, también estamos sanando. Cada trazo representa una nueva forma de vernos a nosotros mismos”, afirmó.

Más que trabajo, una nueva oportunidad

Además de limpiar y embellecer, los internos también reciben formación técnica en pintura, mantenimiento urbano y manualidades, habilidades que podrán usar como medio de sustento al recuperar su libertad. “Queremos que salgan con herramientas, no solo simbólicas, sino también prácticas”, dijo Erika Beltrán, directora de Empleo y Formalización de la Alcaldía.

Muchos de los internos participantes tienen hijos, familias que los esperan y sueños que aún no han abandonado. “Esto me da dignidad”, expresó Marlon Vargas, otro de los beneficiarios del programa. “Hoy siento que estoy haciendo algo útil, que la gente me ve de otra manera”.

Una ciudad que reconoce el cambio

La iniciativa no solo busca rehabilitar a personas, sino también sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de la inclusión y el perdón. En palabras del INPEC, “la seguridad también se construye desde el reconocimiento del otro como alguien capaz de cambiar”.

Santa Marta, en medio de sus preparativos para celebrar medio milenio, se convierte así en un escenario de esperanza. Mientras las brochas avanzan por las calles, también lo hace el mensaje de que sí es posible reescribir la historia, incluso desde un uniforme de recluso.

Las actividades continuarán durante las próximas semanas, cubriendo distintos sectores de la ciudad. Los organizadores esperan que más instituciones se sumen al proceso y que la sociedad entienda que nadie está completamente definido por su pasado.

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