Dos jóvenes se quitan la vida en menos de 24 horas en Santa Marta: la ciudad en alerta por crisis de salud mental juvenil

Dos tragedias en menos de 24 horas sacudieron a Santa Marta. La más reciente, la muerte de Ismael David Franco, un joven cartagenero de 18 años que había llegado a la ciudad para iniciar su etapa universitaria. La anterior, la de Margaret Rodríguez, una niña de 13 años hallada sin vida en su hogar en el barrio Chimila.

La tarde del sábado se tornó oscura para los residentes del barrio Pastrana. Un grito desesperado rompió la rutina en la carrera 13 con calle 44: una mujer pedía auxilio tras encontrar sin vida a su sobrino, Ismael David Franco Sánchez, de 18 años.

Ismael había llegado a Santa Marta desde Cartagena con la ilusión de comenzar estudios universitarios. Según vecinos y familiares, era reservado, respetuoso y con metas claras. Su repentina decisión de quitarse la vida dejó perplejos a quienes lo rodeaban.

El joven no dejó mensajes que explicaran lo ocurrido. Tampoco mostró señales evidentes de crisis emocional. Esta ausencia de alertas ha hecho más duro el duelo para su familia, que ahora se pregunta si algo pudo haberse hecho diferente.

Margaret, otra luz que se apagó

Tan solo un día antes, en el barrio Chimila, otra familia enfrentó el mismo dolor. Margaret Rodríguez, una niña de 13 años, fue hallada sin vida en su cuarto tras una breve discusión familiar. La menor estudiaba en la Escuela Normal y era conocida por su alegría y creatividad.

Sus familiares intentaron reanimarla y la llevaron al centro de salud de Bastidas, pero ya no había nada por hacer. El hogar donde jugaba y hacía tareas quedó marcado por un silencio irreversible. Su escuela decretó luto y suspendió clases para rendirle homenaje.

Dos casos, una misma alerta social

Aunque distintos en edad y contexto, ambos casos evidencian un patrón preocupante: niños y jóvenes enfrentan una crisis emocional sin las herramientas ni los espacios necesarios para gestionarla. La ciudad, mientras tanto, parece estar reaccionando tarde.

Organizaciones sociales y expertos en salud mental han alzado la voz. Reclaman programas preventivos reales, acompañamiento psicológico en escuelas y universidades, y campañas que promuevan la detección temprana de síntomas depresivos en la juventud.

No más silencios

El dolor de estas dos familias debe convertirse en una alerta colectiva. Hablar de salud mental ya no puede ser un lujo ni un tema de última hora. Es urgente construir una Santa Marta que escuche, acompañe y cuide la vida de sus jóvenes antes de que sea demasiado tarde.

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