Juan Sebastián Alandete había dejado Santa Marta con la esperanza de forjar un mejor futuro en la capital. Su historia, marcada por el esfuerzo y la ilusión, terminó trágicamente en un accidente de tránsito que hoy enluta a su familia.
En las frías avenidas de Bogotá, donde cada día miles de jóvenes buscan abrirse camino, Juan Sebastián Alandete encontró su destino final. El joven samario, contador público y soñador incansable, fue arrollado por un vehículo mientras se dirigía a cumplir con sus actividades diarias. Su cuerpo quedó tendido sobre el asfalto, mientras su historia —la de tantos que dejan su tierra buscando oportunidades— se detuvo abruptamente.
Alandete había llegado a la capital lleno de planes y metas. Quienes lo conocieron cuentan que trabajaba con empeño, que cada paso lo daba pensando en su familia y en el futuro que quería construir. En redes sociales ofrecía servicios contables y hablaba con entusiasmo de sus proyectos. Nadie imaginó que aquel martes sería su último día.
La noticia de su muerte viajó rápido hasta Santa Marta, su ciudad natal. Allí, la tristeza se mezcló con la incredulidad. Sus padres, amigos y colegas no logran aceptar que aquel joven alegre y trabajador ya no volverá. “Él solo quería salir adelante, no merecía un final así”, dicen entre lágrimas quienes hoy lo despiden.
Mientras las autoridades de tránsito investigan si el conductor implicado actuó con imprudencia o exceso de velocidad, su familia clama por justicia y pide que la muerte de Juan Sebastián no quede en el olvido. Exigen respuestas, pero también respeto por el recuerdo de un joven que solo buscaba una oportunidad.
Las exequias de Juan Sebastián se realizarán este sábado en Santa Marta, donde su gente lo espera con flores, lágrimas y silencio. En su partida, deja una lección dolorosa: los sueños también pueden romperse en las calles, pero su huella la de un joven que creyó en el esfuerzo y la esperanza quedará grabada en quienes lo amaron.

