Una nueva tragedia en el Magdalena vuelve a evidenciar el abandono institucional. En Pivijay, un padre tuvo que cargar y transportar a su hijo asesinado sin que las autoridades hicieran presencia para el levantamiento del cadáver.
La cruda escena ocurrió en zona rural de Pivijay, donde un hombre, con el dolor reflejado en el rostro, tomó en brazos el cuerpo sin vida de su hijo y lo subió a su motocicleta. Ante la ausencia total de Fiscalía o Policía Judicial, decidió llevarlo por sus propios medios para poder sepultarlo.
Según testigos, la víctima fue asesinada en circunstancias aún no esclarecidas. Al pasar las horas y no recibir respuesta por parte de las autoridades, la familia optó por actuar. “Nos cansamos de esperar. Aquí ya uno no puede ni morir en paz porque nadie viene”, expresó entre lágrimas un familiar del joven.
El hecho ha provocado indignación entre la comunidad y organizaciones defensoras de derechos humanos, que denuncian que este es el segundo caso similar registrado en menos de un mes. “En Pivijay van aproximadamente 22 homicidios este año, y en tres casos ni siquiera hubo levantamiento judicial; los enterraron sus familiares”, alertó Norma Vera Salazar, reconocida defensora.
Este tipo de situaciones, además del drama emocional, representa un riesgo sanitario, ya que no se realizan los protocolos legales y médicos establecidos. Sin necropsia ni inspección técnica, los cuerpos son sepultados sin esclarecer las causas del crimen, alimentando la impunidad.
“La violencia está desbordada y el Estado brilla por su ausencia. ¿Hasta cuándo vamos a vivir así?”, cuestionó un líder comunal del corregimiento. Mientras tanto, los pobladores exigen una intervención urgente del Gobierno nacional para garantizar la vida, la justicia y la dignidad de los muertos.
A pesar del clamor ciudadano, las autoridades aún no han emitido una respuesta oficial. En Pivijay, los muertos ya no esperan justicia: los cargan sus padres, los entierran sus familias y los llora un pueblo entero que se siente olvidado.