El capitán de la Selección Colombia dejó una imagen inolvidable en el estadio Metropolitano: besó el escudo, saludó a las tribunas y con nostalgia, pareció cerrar un ciclo que marcó a toda una generación.
Colombia aseguró su cupo al Mundial de 2026 tras derrotar a Bolivia 3-0 en Barranquilla. La fiesta fue total, pero entre la euforia se vivió un momento que tocó fibras, James Rodríguez, protagonista del partido y autor del primer gol, caminó lentamente por el campo y dedicó un último adiós a la afición.
El gesto que habló más que las palabras
Con el pitazo final, la celebración se desató. Sin embargo, James se detuvo. Se besó el escudo, levantó las manos hacia cada tribuna y permaneció en silencio unos minutos. Era un acto cargado de simbolismo, un mensaje sin pronunciar que dejó al Metropolitano envuelto en nostalgia.
Un récord para la eternidad
El volante cucuteño no solo encaminó la victoria: con su anotación llegó a 14 goles en Eliminatorias, superando a Radamel Falcao como máximo artillero histórico de Colombia en ese torneo. Un logro que eleva aún más su legado y que, al mismo tiempo, refuerza la sensación de cierre en su carrera con la Selección.
“Se cumplieron mis sueños”
Al borde de las lágrimas, James confesó que lo vivido superó sus expectativas: “Cuando era niño soñé con todas estas cosas. Creo que se cumplió casi todo. Es un orgullo grande estar en otro Mundial. Este pueblo se merece todo esto”. Sus palabras, simples pero profundas, dejaron claro el peso emocional de la jornada.
El estadio que fue su casa
Barranquilla lo vio crecer como referente y lo despidió como ídolo. En el Metropolitano debutó en Eliminatorias, allí marcó goles decisivos y durante más de una década, fue el dueño del número 10. El escenario que tantas veces se vistió de fiesta por sus jugadas lo despidió entre ovaciones y lágrimas.
Un adiós sin anuncio
Aunque no hubo comunicado oficial ni declaración sobre un retiro inmediato, la imagen de James sentado en soledad sobre el césped, cuando el estadio ya estaba vacío, dejó la sensación de un capítulo final. La Selección celebraba la clasificación, pero él parecía revivir en silencio cada recuerdo de su historia con la camiseta amarilla.
El legado del capitán
James Rodríguez, con 34 años, sabe que el Mundial de 2026 puede ser su última gran cita con la Selección. Más allá de lo que ocurra en el futuro, su huella ya está escrita: líder, referente y símbolo de un país que vibró con su zurda mágica. Colombia lo despidió con gratitud, como a un hijo que entregó todo por la camiseta.